Un bostezo más, un improperio menos. El que se me retuerce entre los dientes sabiéndose mejor dentro que fuera.. cobijado a medio camino entre un paraje hostil y una lengua que se mantiene virgen aún. La rabia no ha conseguido escaparse por el único agujero que, seducido por 'esas otras batallas', repleto de aquello que vomitas, se torna más vacío que la nada.
A pesar de que la puta ha entrado. La muy puta. La inercia de mantener el rostro rígido, la sonrisa agazapada y los ojos apagados. Esa. La que dicen que si dejas pasar, se queda. La puta. La que, sin saberlo, alimentas. La que, sabiéndote causante, te pone.
A pesar de que ha entrado, sigo siendo virgen. Mi lengua sigue siendo virgen. Hasta que se marche. Al río. Y tú con ella.
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