sábado, 29 de septiembre de 2012

A vueltas con mi acartonada manera de ser

"A vueltas con mi acartonada manera de quererte" podría ser el título de la banda sonora de la tercera semana de cada mes. Soy chica de rutinas. Qué le vamos a hacer.
Repasar la prensa con el primer café, el silencioso, me incita a merodear entre letras y espacios en blanco son conexión alguna (hoy), sin sentido ordenado. 
Mi teatral inmersión matutina no esconde sino desidia tras unas gafas de pasta negras, y lo evidente se abre paso, de nuevo, ante tu perpleja mirada.

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-¿Has vuelto a fumar?
-Aha

...Cataluña: más cerca de la libertad hoy que ayer. Primera proposición de construcción inteligible. De repente la octava página del periódico me obliga a abstraerme por completo para evitar otra conversación incómoda. Esa que mis gafas evitan, cual muro de contención.

Tras aniquilar el cigarrillo no sin cierto placer provocado por la quemazón en mis dedos, sorteo obstáculos en la mesa para encontrar de nuevo el paquete de tabaco, con la nariz sumergida entre titulares. Vamos a necesitar mucho alquitrán hoy.

Inevitablemente la curvilínea indignación de sus cejas provoca cierta satisfacción perversa en mi. Iba a ser el desayuno más dilatado de la historia. En blanco y negro. Cine mudo.

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(Por Dios, que al menos no comience con un tenemos que hablar o implosionaré en una carcajada visual, crónica de una muerte anunciada).  
No debería ser así. Esto no estaba llamado a ser un bolero post moderno, mucho menos una canción emo-indie propia de una treinteañera trasnochada con alma teen. No estaba llamado a ser canción. No hay letra que tararear, ni melodía sobre la que dibujar pasos (con mayor o menor acierto).

Nunca fuimos grandes intérpretes, ni bailarines. 



viernes, 28 de septiembre de 2012

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Deja que estas  pecas bailen un último vals al compás de tu aliento sobre mi nuca. 

Una vuelta más sobre la pista de baile y prometo dejarte marchar, hasta el próximo septiembre.

 Mientras giramos prometo no decir nada si decides borrar los lunares de mi vestido de verano con tus manos.  

En el intento por no violar este sagrado silencio delator morderé mis labios hasta que pase el otoño. 


Quizás entonces, mientras juegue con las hojas secas con otros zapatos, escriba en el suelo tu nombre... o el de cualquier disfraz "de ti".