sábado, 12 de noviembre de 2011

A 100 KM/h



A pesar de los gélidos suspiros de noviembre, decidió proseguir la huída con la ventanilla bajada.
"Las lágrimas se tornan circonitas al caer la noche" solía decir una amiga suya.

Con la conciencia en punto muerto, y el camino desdibujado por las lluvias de aquella semana, parecía sencillo inventar un nuevo itinerario por el que hacer rodar su destartalado coche.
Pero todos los caminos llevan a Roma, y su Roma ardía, en su recuerdo y en su porvenir. Ella ardía también.

Poco quedaba en la Isla a lo que tener aprecio. Pero por poco que fuese, permanecía anclada en esa espiral de la que se sabía dueña y señora; de la que era víctima y verdugo.

Parecía tener la respuesta, esperando a que alguien formulase la pregunta adecuada.
Nadie quería saber. Bendita la ignorancia, ambrosía del eterno adolescente.
Noviembre jamás fue tiempo de enamorados y había sido noviembre durante demasiado tiempo.

Llegando a su destino volvió a pasar por todos aquellos escenarios de postal. Por todos los besos a escondidas bajo la luz de las farolas. Los paseos atemporales y a destiempo entre turistas y neones blasfemos. Los cafés interminables sorbidos entre el cómodo silencio y el calor de su indecisa mirada. Los bailes arrítmicos al son de la melodía de una noche retratada en color sepia.

Al terminar su periplo subió el volumen del transistor. Sonaba "años 80" en la emisora que tanto detestaba. Con un hilo de voz tarareó la frase que sentenciaría su decisión final.


"seré como el tipo que algún día fuí, ya terminé".