jueves, 21 de abril de 2011

El secreto de la mariposa


Ante la sorprendida mirada de aquellos que se resguardaban de la lluvia, ella arrancó a correr en círculos mientras el diluvio dibujaba formas chinescas sobre sus mejillas y los chuzos de punta oscurecían y empapaban su rojiza cabellera. Entre salto y charco ella tarareaba una y otra vez ese "quizás, quizás, quizás...", volviendo a retomar la fuerza centrífuga de aquel secreto compartido que asomaba la cabeza de nuevo entre aquellos que señalaban con certeros dedos a ella y su locura. Bendita y abrasadora locura.

Llovía sobre ella, y ella sobre él. Sobre los interrogantes encubiertos, sobre sus miedos infantiles, sobre sus espirales de silencio, sobre los besos nunca dados, sobre los reproches desganados y sobre las verdades mal intencionadas.

Los tronadores relámpagos de este certero Abril reflejaban fotogramas de los suspiros de verano. Mariposas en la tripa que ahora parecían cuervos, cuervos ansiosos de los restos de un prólogo no acabado.

Y hoy corre, sigue corriendo en círculos.Empapada. Cerca el secreto del que es dueña , madre y señora. Mientras la última mariposa realentiza su efímero vuelo y se aproxima al útimo aliento... ella le susurra algo que paraliza sus desgastadas y azuladas alas. Las últimas y más bellas.

Ante la sorprendida mirada de aquellos que se resguarden de la lluvia, arrancará de nuevo a correr en círculos mientras el diluvio dibuje formas chinescas sobre sus mejillas y los chuzos de punta tatúen unas preciosas alas azules en sus muñecas. Esta vez para siempre, para que no olvide la penitencia de lo que supuso amar furtivamente a un cuervo.

sábado, 16 de abril de 2011

Mendicidad 2.0


Hace unos días me vi en la situación de implorar a mi "pecera" facebook que pincharan sobre el enlace que les había enviado, con el propósito de engordar el tránsito de visitas a la plataforma web que aloja los artículos que escribo desde hace poco, y así corroborar la teoría de mi amigo Fran : "ahora trabajas para unos timadores". Para mi sorpresa, accedieron todos de muy buen grado, y mi artículo fue directo al ránking de los recomendados durante los dos días posteriores.
Supuestamente, la plataforma de cuyo nombre no quiero acordarme porque se me erizan los pelos de las cejas, valora el trasiego de lectores ... PERO ÚNICA Y EXCLUSIVAMENTE SI PINCHAN LOS ENLACES DE PUBLICIDAD RELACIONADOS CON EL ESCRITO. Ole tú, ole tú.

Además de tener que escribir (por recomendación sutil de la empresa) sobre temas tan interesantes cómo lecciones Wikipedia sobre la historia del Soul en Gran Bretaña, la reproducción del manatí gracias al aumento en las ventas de cd´s de Celine Dion o los looks más favorecedores de la chachiprimavera ... has de esperar a que ese Mesías que lee tu artículo pinche sobre alguno de los cutreanuncios del famoso buscador G****
El balance de mis primeras semanas de experiencia es... un cómputo total de cerca de 400 visitas, 0.07 céntimos de beneficio y una carcajada generalizada cada vez que lo cuento. Gracias... supongo que el chicle que me compre con ello sabrá a gloria bendita. Lo guardaré en su envoltorio por si se revaloriza con el paso de los siglos, y lo legaré en mi testamento, pues es el primer fruto de mi bautismo mediático (muy poco afortunado y dichoso por otra parte).

Luna Miguel (Público) publicó el martes pasado un artículo de opinión acerca de la precariedad laboral y vital del estudiante (de periodismo... o no) . Me entristeció. Porque la paja esta vez no está en el ojo ajeno. Estaba en los de mis compañeros, en los de L., en los de M., en los de V., en los míos. Y es paja emponzoñada. Emponzoñada de convenios explotadores entre empresa y universidad, emponzoñada de entrevistas fallidas (por no tener la suficiente experiencia para ser becario), emponzoñada de años de teoría pura y dura sobre cosas que no interesan hoy en día a las empresas. Emponzoñada de mierda.

Somos mendigos 2.0. Mendigos que se licenciarán en los próximos meses para ir a parar a un bar de copas, a una tienda de ropa, o en el mejor de los casos a un Máster, lleno -de nuevo- de paja, ponzoña y más mierda.

lunes, 11 de abril de 2011

Cuatro huellas y sólo un abril, el suyo.



Hoy también. Se disfrazan el uno del otro en volteretas eternas que terminan en un lecho de sábanas tejidas con el material de las pompas de jabón, las suyas. Él sacará su blanca piel a pasear a la terraza, mientras roza el peso de algo aún más grande con las yemas de los dedos y extiende infinitamente los brazos para abarcar con plenitud esa cálida sensación, la del cuarto abril.

Feliz cuarto aniversario.


miércoles, 6 de abril de 2011

H y el garfio


No sé si la pastelosa y a la vez putrefacta manera de escribir de mis últimos post es proporcional a la paja mental que me ocupa estas últimas semanas (o desde que nací), pero no he podido evitar descojonarme literalmente al leer la última "genial creación no-literaria" de una cabeza que posiblemente pase más tiempo entre redes 2.0 que entre obligaciones y proyectos que ya debería estar afrontando.

Es curiosa mi reafirmación constante de convicciones que acaban siendo una página más de un maravilloso cuento "de nunca jamás" que debería ser finiquitado antes de la próxima puesta de sol. Pero admitámoslo, sin Capitan Hook no hay línea argumental sobre la que dejar mis huellas... ni olas que vengan a borrarlas. Y a mí me queda muy bien el garfio, y qué coño, el bigote también.

lunes, 4 de abril de 2011

Chasing Pavements

De puntillas por el no lugar del que había oído hablar en las canciones de Adele, borro el corazón de vaho que tatué sobre el cristal de tu coche, cápsula de secretos más que confesables.

Echo a andar hacia atrás, sesenta pasos exactamente. Ni uno más, ni uno menos. Y doy con que el motivo por el que no logro dar con frases que no se refieran a ti no atiende a razones.
Allí está, cruzado de brazos en la barra del bar de siempre, con la copa un poco más vacía esta vez. Me cuenta que después de 633 noches de conversaciones con tu sudadera, está como al principio, en un no punto de partida, en un no punto de retorno. En la barra. En un no lugar del que no acierta a salir, quizá porque no le pone mucho empeño. La disputa entre nosotros amanece en un charco de mierda y ronmiel.

No hay acuerdo ni democracia emocional. Veremos esta noche.